martes

Dejarse llevar


Hacía tiempo que no me pasaba esto, que nada me hacía daño, parece que todo lo que me pueda herir o afectar no lo noto, es como una gran barrera que he formado yo sola totalmente impenetrable. En estos momentos de seguridad absoluta decido dejarme llevar e intentar que todo vaya más rápido, así a la hora de que esta gran barrera se derribe tenga de nuevo un salvavidas, puede parecer mentira, ¿cómo no me iba a doler ese tipo de apuñaladas que te dan en la espalda tus supuestos amigos? Pues no, no es mentira, es cierto, me han dado ya unas cuantas y no he derramado ni una sola lágrima, lo que es un récord para mi ya que con todas las apuñaladas que me he llevado últimamente debería estar muerta. 
Parece mentira, incluso yo me quedo perpleja al pensar que después de no hacer nada todo me vaya tan bien, al parecer todo ha subido cuesta arriba como si fuera un camino totalmente hacia abajo. 
Me he tapado los ojos con una venda invisible y dejaba que el viento y las voces me guiaran hasta mi destino y parece ser que he dado justo en el clavo, he acabado donde quería estar. Sinceramente fue muy fácil, pero no es mi culpa si el destino me lo quiere dejar a mano, a lo mejor después de tanto sufrimiento tiene un poco de piedad.

Ahora, después de haber pasado por el mismo momento me toca a mi ser la que imparte enseñanza, esta vez soy yo la que tendrá que espabilar al personal, pero con cuidado, no vaya a renunciar. Puede parecer tarea fácil, pero creo que entenderé el manojo de nervios que se cogía mi anterior jefe a la hora de enseñarme las cosas más importantes de lo que llamamos vida, bueno, lo más importante no pero es algo que mientras mejor sea, más beneficioso será para el futuro y para tus siguientes alumnos o compañeros de trabajo. Te deseo suerte mi querido personal. 

Cerraré los ojos y seguiré mi camino sin miedo a tropezar hasta el momento que tenga que abrir los ojos para ver la belleza del paisaje, mi vida. Esperaré ansiosa.

















Laura

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